Por Jean Joachim
Comunicador y Escritor
En todas las civilizaciones, y siglos de la historia de la humanidad, el trabajo siempre ha
sido una actividad que dignifica a las personas. Si admitimos que el trabajo es virtud,
entenderemos también que no existe un trabajo superior a otro, porque “trabajar es servir
(o vender un servicio), siendo parte de una sociedad construida por el aporte de nuestro
quehacer diario”.
El trabajo deja de ser virtud cuando el trabajador se siente explotado, abusado. Chile, al
igual que casi todos los países del mundo, tiene leyes que protegen a los trabajadores
nacionales o migrantes ,pero lamentablemente, estas leyes no son siempre entendidas y
aplicadas de la manera correcta, generando inequidades en las relaciones laborales.
Frente a eso hemos de oponernos: ante las doctrinas y la filosofía de la catedral del
capitalismo en Chile; porque hemos nacido para construir vidas, por eso digo que cualquier
persona que se sienta botada, olvidada, o desprovista de su sentido de pertenencia, esa persona es mi hermano.
En esta sociedad donde reina la indiferencia, trato todos los días de ser aquella mirada
que golpea la conciencia de las personas que no entienden el valor de la vida y el trabajo.
Personas que se aprovechan de las inequidades e injusticia del sistema, ya sea en relación
con sus compatriotas o migrantes, sobre todo aquellos que no manejan bien el español.
Cuando a un trabajador extranjero se le contrata por un sueldo inferior al de un
compañero chileno, por la misma labor, esto es en desmedro de su dignidad y virtud. Si un
empleado haitiano gana menos dinero que sus compañeros latinos, solo por el hecho de
ser haitiano, este se sentirá menospreciado, vulnerable y humillado.
Según la OCDE (2017) Chile es uno de los países más caros del mundo. Con un sueldo
mínimo inferior a los $300.000 pesos, la vida en Chile para la mayoría de sus habitantes es
insostenible. Otra joya extraña que destaca a Chile es la inequidad en la distribución de los
recursos, donde para algunos el sueldo mínimo no es más que el gasto de una cena con un par de amigos.
Sigo creyendo que la República de Chile será verdaderamente grande cuando ponga
al centro el verdadero significado del trabajo, pero para esto el Gobierno debe, sí o sí,
devolverle al trabajo su dignidad y su virtud. Todo tipo de trabajo es digno, pero el sueldo
puede no serlo, llevando al trabajador a un estado de desencanto en cuanto a la
contribución que hace a la sociedad con su labor. Si se nos dice por medio del sueldo que
nuestro trabajo no importa o no es suficiente para vivir dignamente no se puede esperar
otra cosa.
Como sociedad y autoridades de Chile, si deseamos o queremos disminuir la desigualdad,tenemos que devolverle al trabajo su virtud para que todos, jóvenes, adultos y personas mayores, puedan valorar el trabajo. Para combatir la delincuencia, habrá que devolverle al trabajo su virtud.
Para evitar que Santiago se convierta en una gran feria, habrá que aumentar el sueldo
mínimo, subvencionar el transporte, educación y salud, sobre todo para aquellas personas
que no pueden costear una vida digna.
En los ojos de cada vendedor ambulante de Santiago, o de cualquier otra cuidad del país,
se refleja una mirada que censura la maldad de aquel sistema malvado que los quisiera
esclavizar al someterlos a trabajos pesados, con jornadas extensas y sueldos que, a pesar
de su gran esfuerzo, no le permiten vivir como merece.
En todo mercado laboral el trabajo nos debiera permitir crecer emocional y
económicamente. Se debe conceder a aquellos que quieren surgir la posibilidad de
ahorrar para cumplir sus metas y desarrollar sus virtudes y no pasar toda su vida al borde
de la supervivencia.
Devolvamos por fin al trabajo su dignidad. Que permita desarrollar las virtudes tanto de
las personas como de la sociedad en su conjunto. ¿Sabes por qué? Porque la felicidad es
nuestro bien común más preciado, un bien que se ha perdido por el despojo de la virtud y
dignidad a nuestro trabajo diario.
*Las opiniones vertidas en este medio son de exclusiva responsabilidad de quiénes las emiten, y no representan necesariamente la postura de Fundación Interpreta.
Comments